sábado, 27 de agosto de 2016

Jugador impetuoso.





No hemos dejado de mover nuestros caballos,
de trabajar en lluvia sus filos melódicos...
en una revancha colectiva de cimientos sobre lo perdido.
Con toda la fauna dormida en los pasos de agua...
con cada renuncia que es transparencia
de relojes impetuosos que atraviesan sus cabellos libres.
Paisajes a contracorriente en un parto desde los intestinos,
aventureros de estrellas en un escalofrío de los carros...
Ronronean guitarras
a las sombras del sentimiento
en su dibujo de ausencias,
cada aroma estimulante del recuerdo
 en la ciudad efervescente...
por una habitación en cada mano
 que ordeña tu nombre...
cada toro que ha perdido la luna
en un corazón de cuatro alas,
 espejismo cristalizado que han barrido parranderos
 con la escoba de la bruja.

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