sábado, 30 de abril de 2011

La herida.




La floresta,


de esta endiablada herida.


Como un gato,


en su sexta vida.


Que respiro,


con aliento salvaje.


Entre el eter rosa de la tarde.


Amores que agitan un corazón.


Que se abre a un cálido consuelo.


Sensaciones rayando un abismo.


Recuerdos que se renuevan,


como el agua del viejo río.


Por sus orillas rubias;


Trenzar ramas de sauces llorones.


Los pajaros trinan a la primavera.


Los alamos esbeltos y altos,


ramas que ondean al viento;


Vestidos de verde y centella blanca.


Los transeuntes con sus historias,


En el compás de una generosa canción

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