La floresta,
de esta endiablada herida.
Como un gato,
en su sexta vida.
Que respiro,
con aliento salvaje.
Entre el eter rosa de la tarde.
Amores que agitan un corazón.
Que se abre a un cálido consuelo.
Sensaciones rayando un abismo.
Recuerdos que se renuevan,
como el agua del viejo río.
Por sus orillas rubias;
Trenzar ramas de sauces llorones.
Los pajaros trinan a la primavera.
Los alamos esbeltos y altos,
ramas que ondean al viento;
Vestidos de verde y centella blanca.
Los transeuntes con sus historias,
En el compás de una generosa canción