Todo retorna en ecuaciones
bravas y tormentas de hojalata.
Se sumerge escuálido mi
cuadernillo en esta inspiración voraz.
Trabajaba en el buzoneo del
bostezo eléctrico de la ciudad.
En adornar las calles de
una eterna navidad astral…
Pintorcillo en el andamio
de campanarios herméticos.
Me reitero en los juegos ópticos de los miradores urbanos.
Quisiera abrir el tercer ojo en ese parque sin fondo…
Jugaba con los niños a moldear recuerdos;
El tiempo era espuma de fresa en esculturas liberadas.
Moneda de deseos en la fuente del verso…
En las laderas del barrio enamorarse de Violeta.
Bolsillos de raíces de los coleccionistas;
Llaves sagradas de la
dimensión del hermano.
Jarabe del néctar de multitudes autodidactas.
La ciencia nocturna, otra escuela sin nombre.
Zahorí de las arterias donde nacen continentes.
Donde vuelan sonrisas de papel en Lunas…
Existencia que se derrama en elementos decorativos.
Escribir una nana rosa en los andenes de hielo.
Empañar los cristales de la ciudad con paisajes digitales.
