Mi dulce estrella, Carolina.
Obra de la naturaleza, divina y preciosa.
Eres tan especial para mi.
Soberana de todos mis puertos.
Tu y yo, elevar a la potencia el todo.
Siembras de huellas mi vida,
obrera de luz.
Fuego de amapolas,
Consume la pena de mi alma pálida.
Anido en tus huesos de miel,
en tu aliento de frambuesa silvestre.
Sobre las calles, llovizna de aguardiente;
caes rosa roja sobre los sueños transeuntes.
Tiernos besos que acarician las raices de la ciudad.
Suprema felicidad de haber encontrado.